18 de octubre de 2010

Que si nos vamos al agua, que siempre no.

Desde hace un par de meses a la fecha en Tabasco no se puede vivir sin el temor de ver llover. Me acuerdo que cuando llegué a estas tierras era muy común que podía pasar una semana lloviendo sin parar y no pasaba algo.

Sin embargo, ahora cada vez que llueve los ríos amenazan con desbordarse y las presas se aproximan a sus niveles críticos, a pesar de que ya no ha llovido con la intensidad que recuerdo.

Se tiene la certeza de que el gobernador es quién más se ha beneficiado de esta situación, pero tal parece que no se le puede hacer nada, aún cuando muchos dicen contar con los elementos necesarios para demostrar su culpabilidad en la situación actual en la que miles de familias tabasqueñas tienen que padecer.

En este país, nadie tiene la culpa de nada, por lo que parece.

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